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San Martín de Lecina
La ermita de San Martín de Lecina está ubicada en un enclave tan bello como solitario: en la confluencia del cañón del Vero con barranco de la Choca. Se trata de una ermita rupestre construida al abrigo de un imponente farallón calizo. Podría tratarse de un lugar sagrado desde la prehistoria, aunque solo está documentada su existencia a partir del periodo románico.
Su construcción es sencilla y dispone de una única nave rectangular con bóveda de cañón y cabecera recta orientada al Este. Destaca el elaborado revestimiento del suelo en cantos rodados, formando figuras geométricas.
San Martín de Lecina es una ermita es muy venerada entre sus vecinos, que acuden en romería una vez al año. Se celebra en el mes de agosto, aunque no hay una fecha fija, ya que depende del caudal que lleva el río Vero. Pero lo más curioso de este emplazamiento, es que podría tratarse de un santuario solsticial extraordinariamente antiguo, muy anterior a su cristianización y la construcción de la ermita.
San Martín, un santuario solar
Gracias a su estratégica ubicación y orientación, se produce un fenómeno únicamente visible durante unos días, alrededor del solsticio de invierno. Es solamente entonces, cuando el primer rayo de luz solar que penetra en el Cañón del Vero, incide sobre la ermita e ilumina su interior, atravesando «el Ojo de Mallata», una ventana natural situada en el espolón suroeste del Tozal de Mallata.
Este fenómeno permite suponer que en la antigüedad existió en el entorno de la desembocadura del barranco de la Choca, en el río Vero, un santuario de culto solar. Múltiples evidencias, como yacimientos neolíticos, pinturas rupestres, cazoletas y canalillos en roca o enterramientos en lugares de muy difícil acceso apoyan esta idea. Estas pruebas reflejan también la especial singularidad de este lugar.
